Irradiante 🌞

El águila y la serpiente hablan del ciclo eterno de las cosas. El profundo descenso a la oscuridad y el vuelo hacia el alto cielo. En el centro, la postura de meditación, de no-hacer, que invita al ser. En ese contacto estrecho con el corazón puede escucharse el latido, el ritmo infalible que señala la dirección y el tiempo correcto. El corazón despliega sus alas en verdes mantos que transforman la vida en fértil, que dan cobijo, sombra y sustento. Abajo el agua -emoción, intuición, inconsciente- rodea la zona de la pelvis. Allá arde el fuego creador, en una elevada pirámide generadora de vida, símbolo del yang. Amorosa réplica de lo divino que crea y genera estructura. En la garganta, una estrella. Quizá, la estrella del Tarot, que invita a hablar desde la ofrenda y la rendición ante la vida. Sin juicio, sin sobredimensionar ni invalidar la imagen de lo que somos. Una voz sincera, luz que alumbra la noche y guía los barcos de camino a casa. Arriba, el sol que despliega su brillo. Irradiante ciclo de lo nutricio y lo bello. Desaparece la necesidad de validación externa, la necesidad de control, la necesidad de poseer. Queda el ser, en su humilde y verdadera esencia. En el pecho, las lunas nos recuerdan la naturaleza cíclica que nos habita. No somos las altas montañas ni los hondos barrancos. Somos el paisaje, y a la vez somos el acto de reconocer que ni eso siquiera somos. Todo y nada. Y quizá, la sólida existencia que regala la Vida cuando se habita en presencia.