La cosecha

El ciclo de la siembra y la cosecha es un símbolo asociado al ciclo arquetípico masculino, que se rige por el sol, y por eso podemos leerlo de forma diaria o anual, en función de las estaciones, del mismo modo que el femenino se asocia con la luna.

La siembra y la cosecha es una actividad que nos conecta con la tierra, y por tanto, con la madre. En un mundo masculinizado y dominador de lo femenino, sembrar y cosechar es reconocer nuestra parte yin, gestadora y abundante. Es encontrarnos con la paciencia, sabia compañera de la voluntad dirigida, pues los ritmos de la tierra no son los de nuestra necesidad. Es encontrarnos con la certeza de no poderlo todo: las cosechas no dependen de la siembra, sino también del clima y los elementos. Nos conecta con el valor del cuidado, pues el cultivo requiere atención y energía.

De este modo, el arquetipo del mago es el tiempo de la siembra de la semilla, del contacto simbólico con el despliegue de la posibilidad. El acto del rey es el de fertilizar y nutrir lo plantado, y sostener el despliegue abundante y la transformación. La acción del guerrero es proteger la cosecha de las inclemencias del tiempo, de todo lo dañino o lo invasivo, poniendo límites y cuidando el espacio. Y el tiempo del amante es la recolecta, la acción de gracias y el disfrute.